jueves, 27 de octubre de 2011

Esclavizada

El agua, de fuego viva
en una máquina infernal,
gotas que purifican
disparadas enanas
por las aspas de metal,
una por encima,
la otra sobre el agua
que arde en el suelo,
géiseres del infierno,
lluvia que moja y abrasa
los restos de un manjar
que ya es ayer.


Vendrá después
el aire seco a desertizar
las superficies empapadas,
las de colores y las blancas,
las que son metálicas
y también las de cerámica.
Todas las caras brillarán
y llegará el reposo,
el descanso ansiado
y el sueño en un armario
en ausencia de los ojos.


Hasta la próxima comida
en la que, ya puesta la mesa,
iniciará junto a la servilleta
la singladura repetida
una esclavizada vajilla.


Al menos tres veces al día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Firefox