viernes, 20 de abril de 2012

Titulares


El Rey de la selva
hunde la pierna
y se avería la cadera.
En cazar piensa
la real calavera.

Tiro a tiro
mata.
Sangre derramada,
vidas que no valen nada,
placer antiguo.

La caza, una niña y el hambre.
Tanto esfuerzo
para caminar tan lejos
a tantas niñas darían carne
que la caza hoy no la entiende el cerebro.

El Rey extraño
dibujado
por no saber de hambre,
de niñas que acarrean agua a sus padres.
Solo sangre.

Rupestre
es la cueva
en donde duele
la masa que piensa
en la caza y no en verde.

Valores
que sin entenderse
el placer lo anteponen
a mantener el nombre
de la niña que muere.

El precio de una bala
llenaría la selva de magia
con hogazas,
sonrisas
y miradas alegres de niños y de niñas.

Fin de reinado,
fin de la confianza,
fin de una casa
que en lo privado
ya no reina nada.

Entre la maleza
o a la altura del barro
como se habla en mi barrio,
así se ha dibujado
la realeza.

Ella sola
y con brocha gorda.

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