Filigranas de un tejado
en la piedra dibujadas,
relamidas gárgolas
que escupiendo agua desorinada
vigilan con ojos de arquitecto anciano
los sueños de los siglos.
Del tiempo sus testigos,
del hollín de las ciudades adueñadas,
feas,
autoritarias,
del compás y de la regla
góticas hijas que en la noche señorean
dueñas.
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