Los pobres.
Necesitan a los pobres
los que disfrutan la riqueza de los hombres.
A los pobres.
Son las normas del sistema
que usa monedas.
Monedas.
Más monedas.
Siempre monedas.
Unos trabajan
como desean los que mandan,
el sudor y la sangre
solo vale retales de un traje.
El sudor y la sangre de los pobres,
sangre por trajes.
¡Hasta cuando!
En un día meditado
sabrán que ellos mandan
porque no siendo nada
son el gran trozo del todo
mientras el representado
por el habano más puro
camina solo con unos pocos.
El día que lo sepan,
y se atrevan,
ese día serán amos del mundo.
Entonces pasarán de ser mandados
a ser los dueños del prado,
dueños todos
o solo algunos nuevos toros.
Si aprendieron
pueden hacer el planeta más justo,
si copian lo que vieron
serán los revolucionarios
que a golpe de renovados talonarios
escurrirán la sangre
a los nuevos miserables
para esparcirla en la arena.
Otros pobres,
otra vez sin nombre.
La misma moneda.
Así fue antes.
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