Exhausto por el esfuerzo,
aún viendo derrotado
al único compañero
él, como si estuviera solo,
siguió con denuedo,
redobló su trabajo
y con la lengua seca
cumplió los contratos,
el suyo y el del otro;
ni la mentira ni el engaño
cabían en su mochila.
No era ministro,
era funcionario
y le gustaba la vida
por encima del partido.
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