Un saludo es un trocito de amor
si lo sientes cerca del corazón.
Así lo siento yo.
Saludar sin esa emoción
es como resbalar,
un pequeño desasosiego
de no saber hacia dónde va
lo que deletreo.
Saludar si no siento
para mí no es hablar,
es decir letras por no callar.
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