El otoño nace
y pronto se delinean
las ramas de los árboles
en el aire.
Se hacen savia.
Como lágrimas que sobran
de las ramas
las hojas
en el suelo alimentan
las raíces,
su hambre.
Vida que se resucita
a sí misma.
A mí me encerrarán en una cueva
con lápida
para que no vuelva.
No seré lágrima
ni llegaré a primavera,
me dejarán atrapado en el infierno
sin ser alimento.
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