Templarios,
leyendas de un pasado
sin olvidar,
depende de la novela que los dibuja
leerlos buenos o malos,
guerreros o monjes sin más.
Templario,
ilustre figura
y caballero quemado
liberado ya del crimen equivocado
por un papa cristiano.
Templarios.
Otro papa los condenó
a subir al cadalso.
¿Culpables de inocencia?
¡Por qué no!
Siete siglos después de la condena
son perdonados
los entonces muertos y robados.
Templarios.
Después de que su Iglesia
los arrastró por el suelo
Cristo los habrá encariñado
en el calor de su pecho
todos estos cientos de años
como a tantos otros perjudicados
por la Roma que predica
con las manos llenas de cruces que brillan.
Templarios.
Los anillos eran de plata fina
y de oro con quilates.
Hoy se siguen construyendo catedrales
de tamaño gigante.
Eran, y siguen siendo, muy grandes.
Anillos bestiales.
No resulta tan todopoderoso un Dios
que sigue necesitando tamaños homenajes.
Sin tener iglesia,
ni grande ni pequeña,
ni anillos, ni pulseras,
por mí murió.
Él fue un templario del amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario