y el viejo Qtek
deja paso a un hache te ce
que ahora es nuevo,
sin estrenar siquiera.
El ansia por conocerlo
no empaña otras pasiones
como la de escribir conque,
hermosa palabra que me encanta.
El placer de tocar la pantalla,
que no sus teclas,
verla iluminada de novedades,
que imaginadas,
revolotean en las neuronas
en imágenes virtuales;
un placer no tan grande
como contarlas,
decirlas,
escribirlas,
alinearlas en palabras golosas.
No es el placer de hacer llamadas
el que se esconde
sino ese de jugar a mirar utilidades
que se desconocen.
De cualquier forma
primero escribo conque,
disfruto con la hermosa palabra,
y después empezaré con las instrucciones
del nuevo móvil,
mío,
no de la compañía.
Me lo regalaban
por un contrato sin sustancia
que no me valía
ni me hacia falta
pero que pagaba
aunque usara menos,
y si usaba más
pagaba bastante más.
No me hizo gracia.
Me encantan las palabras.
Libertad.
Por ejemplo.
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